Marco Rubio redefine la diplomacia de EE. UU. con foco en Latinoamérica
Con Marco Rubio como secretario de Estado, EE. UU. reorientará su política hacia Latinoamérica. Inmigración, Venezuela y China marcarán la agenda en un escenario clave para Trump y la región.
WASHINGTON, Estados Unidos.- La llegada de Marco Rubio al Departamento de Estado de EE. UU. bajo el segundo mandato de Donald Trump promete ser un cambio significativo en la política exterior de Washington, con un enfoque renovado hacia Latinoamérica.
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Nombrado como el primer hispano en ocupar este cargo, Rubio, de origen cubano y con una extensa carrera política, se perfila como el encargado de priorizar la región, especialmente en temas como migración y las crecientes inversiones chinas en el continente.
¿Por qué Trump enfoca en Latinoamérica?
El presidente electo, Donald Trump, ha dejado claro que Latinoamérica tendrá un papel central en su política exterior. La crisis migratoria y la presencia creciente de China en la región son solo algunos de los factores que obligan a EE. UU. a prestar mayor atención a sus vecinos del sur. Según Brian Winter, experto de la Americas Society, 'Latinoamérica tendrá el papel más central en la política exterior de EE. UU. de los últimos 30 años'.
¿Qué postura tiene Rubio sobre la región?
Con Rubio al frente de la diplomacia estadounidense, la región podría ver un cambio hacia una política más agresiva y focalizada. Henry Ziemer, del CSIS, destacó que el senador de Florida aportará una atención crucial a una zona geográfica frecuentemente ignorada por Estados Unidos. 'Rubio tendrá una mirada más estratégica sobre cómo EE. UU. puede influir en Latinoamérica', señaló.
En cuanto a su enfoque sobre la política exterior, Rubio ha sido históricamente un 'halcón', adoptando posturas duras frente a países como China, Irán y Venezuela. En lo que respecta a Latinoamérica, ha sido un firme defensor de las sanciones a Cuba, Venezuela y Nicaragua, mientras que se ha mostrado crítico con los gobiernos de izquierda en países como México y Colombia.
Uno de los puntos más esperados en la política exterior de la administración de Trump es cómo abordará la situación de Venezuela. Aunque las sanciones a Nicolás Maduro no lograron su objetivo durante el primer mandato de Trump, el tema sigue siendo central. Según Michael Shifter, exdirector del Diálogo Interamericano, la presión sobre Venezuela en parte respondía a la necesidad de ganar apoyo en el estado de Florida, clave por su importante población de votantes venezolanos y cubanos.
Ahora que el estado de Florida ya está firmemente bajo control republicano, la estrategia hacia Venezuela podría cambiar. Algunos analistas sugieren que Trump podría ceder ante Maduro para alcanzar un acuerdo migratorio o abrir nuevas oportunidades de negocios en el país, rico en petróleo.
¿Cómo deportará EE. UU. a migrantes?
Sin embargo, una de las promesas más ambiciosas de Trump es llevar a cabo una masiva deportación de inmigrantes, incluidos miles de venezolanos. Para que esto suceda, EE. UU. necesitaría negociar con Venezuela, un país con el que actualmente no mantiene relaciones diplomáticas. Expertos como Adam Isacson del WOLA advierten que esta situación podría obligar a Washington a presionar a otros países de la región, como México y Colombia, para que acepten a los migrantes venezolanos.
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México, con el que EE. UU. comparte el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), se encuentra en una posición clave en esta nueva fase. Las tensiones comerciales y migratorias entre ambos países podrían intensificarse si Trump decide revisar el tratado. De hecho, Trump ya ha insinuado que podría abrir el proceso de revisión del T-MEC en 2026, y Rubio, quien ha sido un ferviente crítico de la influencia china en la región, podría ser el encargado de negociar en nombre de EE. UU.
Las inversiones chinas en sectores estratégicos, como los vehículos eléctricos y las telecomunicaciones, especialmente en México, se han convertido en una preocupación creciente para Washington. La administración Trump, con Rubio al frente, buscará frenar estas inversiones, lo que podría generar tensiones comerciales adicionales.
El impacto de este cambio de enfoque hacia Latinoamérica será significativo para las empresas que operan en la región. Según Brian Winter, las compañías están subestimando la posibilidad de que las negociaciones puedan resultar en un desajuste o incluso en una ruptura del T-MEC. Aunque la ruptura total del acuerdo no es lo más probable, las amenazas de sanciones o nuevos aranceles podrían ser una herramienta poderosa para Trump y Rubio en la renegociación del tratado.
¿Qué papel juega México en el T-MEC?
En cuanto a las relaciones con México, la segunda administración de Trump podría adoptar una postura más dura en lo relacionado con la migración. Las políticas de deportación y control de los flujos migratorios serán una prioridad, lo que pondrá a la región bajo una creciente presión diplomática y económica.
La combinación de un enfoque renovado en la migración, las sanciones a regímenes autoritarios y la lucha contra la influencia de China en Latinoamérica definirá la agenda de Rubio como secretario de Estado. Con un mandato claramente orientado a fortalecer la posición de EE. UU. en su vecindad sur, la administración de Trump se prepara para liderar una nueva etapa en sus relaciones con Latinoamérica.
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Sin embargo, los desafíos son evidentes. La región ha cambiado considerablemente en los últimos años y, con ella, las dinámicas políticas y económicas. Con Rubio al frente, Washington se enfrenta a la difícil tarea de reconciliar su ambición de liderar con los complejos intereses de una Latinoamérica cada vez más diversa e interdependiente.