Panaderías más antiguas de Saltillo, el sabor en la historia de la capital
Conoce la historia y tradición a través de las panaderías más antiguas de Saltillo.
En el corazón de Saltillo, dos establecimientos han logrado algo que pocas empresas pueden presumir: sobrevivir al paso de generaciones sin perder su esencia. El Merendero Saltillo y Panadería El Radio son más que simples negocios; representan una parte viva de la historia gastronómica de la capital coahuilense.
Entre recetas centenarias, hornos que nunca han dejado de encenderse y leyendas que mezclan personajes históricos con aroma a canela, estos lugares siguen conquistando paladares.
¿Cuál es la historia detrás de El Merendero Saltillo?
Las crónicas locales sitúan sus orígenes alrededor de 1840, cuando la ciudad aún tenía calles empedradas y carretas como transporte habitual. Con el tiempo, la panadería se convirtió en un referente gracias a su producto estrella: el pan de pulque.
La tradición oral y algunos reportes periodísticos señalan que incluso Benito Juárez degustó estas piezas en una visita a la ciudad, un hecho que forma parte de la identidad cultural del negocio.
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¿Por qué el pan de pulque es tan especial?
Esta receta es un símbolo de la región, ya que la masa, elaborada con harina, canela, piloncillo, semillas y pulque, fermenta durante toda una noche antes de ser horneada. El proceso puede superar las 20 horas, lo que le otorga una textura y sabor únicos.
En El Merendero, se produce diariamente en distintas presentaciones, manteniendo la técnica artesanal que lo ha hecho famoso por casi dos siglos.
¿Qué hace única a Panadería El Radio?
Fundada en 1920 por Don Juan Guzmán, esta panadería es considerada la más antigua en operación continua en Saltillo. Ubicada en la calle Múzquiz, entre Bravo y Rayón, ha sido administrada por la misma familia durante más de un siglo.
Su repertorio incluye pan de pulque, empanadas de hojaldre, polvorones, chamucos y donas, todos horneados con métodos tradicionales que han pasado de generación en generación.
En una ciudad que crece y se moderniza, estos dos establecimientos permanecen como guardianes de un legado culinario que resiste modas y tendencias. Su permanencia no solo es un testimonio de calidad, sino también un recordatorio de que algunas tradiciones, como el olor a pan recién hecho, nunca deberían perderse.
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