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México que envejece: el país que no se preparó para sus viejos

Las etapas más avanzadas de envejecimiento se concentrarán en la capital del país y su zona metropolitana: para 2030, la Ciudad de México y el estado de México superarán el 21 por ciento de su población como adulta mayor.

México que envejece: el país que no se preparó para sus viejos. Foto: Jafet Moz.
México que envejece: el país que no se preparó para sus viejos. Foto: Jafet Moz.

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México no sólo se está volviendo un país envejecido, sino que además carece de los sistemas suficientes para pagar las pensiones de sus adultos que ya trabajaron a lo largo de su vida.

Tampoco cuenta con la suficiente atención médica e infraestructura hospitalaria para atender los padecimientos propios de la edad avanzada; los más comunes: cáncer, hipertensión, demencia senil y deformaciones en columna, manos y pies.

En otras palabras, el país no se está preparando para una severa crisis demográfica pues en 20 años, 1 de cada 4 mexicanos será mayor de 60 años, fuera de la edad productiva, pero con demandas de alimentación, salud y cuidados.

De acuerdo con el Indicador de la Actividad Económica del INEGI, al tercer trimestre de 2025, un 55 por ciento de los trabajadores mexicanos económicamente activos se desempeña en la informalidad. Esta tasa que no sólo se mantiene alta, sino que va en aumento y, peor aún, al corto plazo no se vislumbra una manera de que se detenga esta tendencia.

Si no se presenta cambio alguno, más de 38.5 millones de mexicanos apuntaría directamente a que llegarán a la vejez sin derechos laborales, sin ahorro para el retiro y con la única certeza de que deberán trabajar hasta el último día de sus vidas.

En la gran mayoría de los casos para todos ellos, dependerán de las ayudas que provengan, si bien les va, de sus hijos, nietos y, cada vez más, de los apoyos federales vía las pensiones del Bienestar que, con el gradual aumento del costo de la vida, les serán insuficientes 6 mil 200 pesos bimestrales de la llamada “Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores de 65 años Residentes en el País y con Derecho Constitucional”.

En resumen, según estos datos, México no está preparado para el rápido envejecimiento de su población, pues la transformación demográfica del país es silenciosa pero implacable: los datos del INEGI también muestran que el único segmento de la población que ha aumentado constantemente en la última década es el de las personas mayores de 65 años.

México no está preparado para el rápido envejecimiento de su población. Foto:  Jafet Moz

México no está preparado para el rápido envejecimiento de su población. Foto: Jafet Moz

Brecha de cuidados: la carga invisible sobre las mujeres

En México, el trabajo de cuidado de adultos mayores recae predominantemente en las mujeres, lo que refleja que la profunda desigualdad estructural entre géneros es una realidad.

La pobreza laboral impacta desproporcionadamente a este sector: el 36.2 por ciento de las mexicanas mayores de 15 años se encuentra en esta situación de cuidar a los ancianos del hogar sin ningún tipo de remuneración, esto en el tercer trimestre de 2025. Comparado con los hombres este porcentaje llega a 32.3 por ciento en el mismo período.

Las mujeres adultas mayores enfrentan más barreras para recibir atención médica. Foto: Jafet Moz.

Las mujeres adultas mayores enfrentan más barreras para recibir atención médica. Foto: Jafet Moz.

Esta brecha también se extiende al acceso a servicios de salud. Un estudio transversal con datos de 2006 a 2022, publicada en el Global Health Research and Policy, encontró que para nuestro país existe "una brecha de género persistente en la atención que brindan los servicios ambulatorios de salud, que resulta desfavorable para las mujeres”.

La investigación, que analizó a más de 300 mil adultos mexicanos, descubrió que, a pesar de tener mayores necesidades de salud, las mujeres enfrentan más barreras para recibir atención.

"Por las condiciones socioeconómicas, culturales y políticas en que vivimos las mujeres en México hay una serie de barreras de acceso relacionadas con el género... Por cuestiones de género se ha documentado que postergamos la ida al médico en cualquier nivel socioeconómico por estar al cuidado de otras personas o atendiendo trabajo doméstico"

doctora Yuriria Rodríguez Martínez - titular del Programa de Igualdad de Género en Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM.

Esta dinámica crea un círculo vicioso: las mujeres asumen como propio el trabajo de cuidado no remunerado; como una obligación cultural que limita su acceso, participación y desarrollo en el mercado laboral formal, reduciendo sus ingresos y capacidad de ahorro para su propia vejez, y perpetuando su vulnerabilidad económica.

Pensiones insuficientes y la pobreza silenciosa

¿Quién en estos días puede presumir que gozará de una pensión cuando culmine su etapa laboral? Y más: poder vivir dignamente de ella.

En Posta México recientemente abordamos el tema de los adultos jóvenes que, desde 1997, se quedaron sin una pensión por la imposición de la Ley del 97 del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Hoy, el mercado laboral y su sistema de pensiones en México deja fuera a una parte significativa de la población adulta mayor. Los datos más recientes sobre pobreza multidimensional revelan que, si bien se han aplicado mejoras generales, persisten desafíos profundos que impactan particularmente a los adultos mayores.

El mercado laboral no tiene tantas ofertas para los adultos mayores. Foto: Jafet Moz.

El mercado laboral no tiene tantas ofertas para los adultos mayores. Foto: Jafet Moz.

En 2024, el 63.1 por ciento de la población nacional -casi 70 millones de personas- no tenía ingresos laborales suficientes para adquirir las canastas alimentaria y no alimentaria al tercer trimestre de 2025.

Esa cifra ilustra la magnitud del desafío para los adultos mayores que dependen de pensiones insuficientes o de la solidaridad familiar.

Pobreza laboral y envejecimiento regional

La informalidad no se distribuye uniformemente en el territorio nacional. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, mientras en estados como Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Tlaxcala e Hidalgo se registraron tasas de informalidad laboral por encima del 71 por ciento, en entidades como Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Baja California y Baja California Sur las tasas se ubicaron entre 33.3 y 39.1 por ciento.

Esta disparidad geográfica se refleja directamente en los niveles de pobreza laboral; Chiapas, Guerrero y Oaxaca son los tres estados con mayor informalidad, pero también son las entidades con mayor proporción de su población en pobreza laboral, con tasas superiores al 50 por ciento.

México avanza en la construcción de sistemas que protejan a los adultos mayores. Foto: Jafet Moz.

México avanza en la construcción de sistemas que protejan a los adultos mayores. Foto: Jafet Moz.

En contraste, Baja California Sur, Nuevo León, Baja California, Chihuahua y Coahuila, que tienen la menor informalidad, registran las tasas más bajas de pobreza laboral.

En esa tesitura, mientras México avanza lentamente en la construcción de sistemas de protección para su población que envejece, otros países han implementado políticas más comprehensivas que podrían servir como referente.

Según el Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (INAPAM) y el Consejo Nacional de Población (CONAPO), las etapas más avanzadas de envejecimiento se concentrarán en la capital del país y su zona metropolitana: para 2030, la Ciudad de México y el estado de México superarán el 21 por ciento de su población como adulta mayor que, además, estará entrando en una etapa "muy avanzada”.

Estas entidades enfrentarán el envejecimiento acelerado y concentrado de sus poblaciones, lo que generará a sus gobiernos en turno desafíos complejos que impactan múltiples áreas de la sociedad y, desde luego, de las propias administraciones estatales y sus políticas públicas.

El primer y más importante desafío estará en la presión que habrá sobre los sistemas de salud y cuidado. De  acuerdo con el informe “Políticas Públicas para los Adultos Mayores”, del Gobierno de la República, las demandas de los estados se orientarán cada vez más hacia la atención de enfermedades crónico-degenerativas, como la diabetes, la hipertensión y el Alzheimer, requiriendo una reorientación de los servicios médicos, mayor especialización geriátrica y la creación de sistemas de cuidado a largo plazo.

Esto ejercerá una presión financiera significativa sobre los sistemas de salud pública local, aún cuando sean incorporados al sistema IMSS-Bienestar.

La feminización del envejecimiento y la crisis de cuidados será otro factor por considerar. Los datos presentados muestran que existe una marcada feminización del envejecimiento, con una proporción mayor de mujeres adultas mayores.

Esto, además de que tradicionalmente son las mujeres quienes asumen el trabajo de cuidado no remunerado, puede generar una crisis de cuidados. Muchas mujeres en edad laboral se verán forzadas a reducir su participación en el mercado laboral para cuidar de familiares mayores, afectando su independencia económica y perpetuando ciclos de desigualdad.

La alta informalidad laboral en México, que históricamente ha superado el 50 por ciento de la Población Económicamente Activa, implica que una gran parte de los adultos mayores no tendrá acceso a una pensión.

La falta de trabajo puede aumentar la pobreza en la vejez. Foto: Sheila Gutiérrez.

La falta de trabajo puede aumentar la pobreza en la vejez. Foto: Sheila Gutiérrez.

Esto puede incrementar la pobreza en la vejez y forzar a muchos a continuar trabajando de manera informal. Los gobiernos estatales y federal enfrentarán la demanda de ampliar la protección social, a través de pensiones no contributivas o programas de transferencias, lo que supone un reto fiscal mayor.

Los cambios en la dinámica política y cultural de una sociedad basada en una población más envejecida puede ejercer una influencia política orientada a priorizar políticas sociales, de salud y seguridad económica para la tercera edad.

Culturalmente, el desafío será combatir la discriminación por edad, el llamado “edadismo”, y fomentar una cultura del envejecimiento que promueva la inclusión, el respeto y la valoración de las personas mayores, en lugar del asistencialismo gubernamental cada vez más dependiente para la población adulta mayor.

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