Triste final de una madre: esperó 2 años por sus hijos murió en una banca de la terminal
Sus hijos partieron desde hace 10 años a Estados Unidos.
María de Jesús simplemente se quedó “dormida” en la banca de la Central de Autobuses de Puebla (Capu) que fue su hogar los últimos 2 años.
No quiso ir a ningún albergue, pues estuvo segura de que ahí, en la terminal camionera, se reencontraría con sus tres hijos que migraron a Estados Unidos. Nunca regresaron por ella.
Así terminó la vida de María de Jesús, una madre poblana que pasó los últimos años de su vida entre el abandono, la medicina y la soledad.
Lo perdió absolutamente todo, menos la esperanza de volver a ver y a abrazar a sus tres hijos, luego de que estos partieron hace muchos años al país del norte. Tenía 79 años.
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¿Desde cuándo llegó María a la central de autobuses?
Los trabajadores de los locales de sala de espera de la Capu no recuerdan con exactitud la fecha de cuando esta mujer llegó; saben que fue después de la pandemia cuando María de Jesús simplemente apareció un día, ocupó una banca y nunca más se fue.
Algunas vendedoras la conocieron muy bien. Fueron ellas quienes dieron aviso al personal de la terminal camionera, y luego a los servicios de emergencia, que María de Jesús ya no reaccionaba; se había quedado “dormida” y ya no presentaba ningún movimiento.
Los servicios de emergencia del estado llegaron pronto sólo para confirmar que la mujer había fallecido.
¿De dónde era la mujer que murió en la terminal de Puebla?
Las trabajadoras relataron que María de Jesús era originaria de un poblado de la región de Tehuacán, y que llegó a Puebla tras haber sido desalojada de la casa que rentaba.
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Empobrecida y sin ninguna posibilidad de emplearse en algún lugar debido a su avanzada edad, la mujer recurrió a la única opción que le quedó: la mendicidad en las calles de la capital.
Aunque tuvo la opción de situarse en un albergue para adultos mayores, simplemente no pudo pagar la cuota de 49 pesos diarios que el lugar le pedía.
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¿Dónde estaban sus hijos?
Entonces tuvo una ilusión y luego una esperanza: volver a ver a sus hijos. No sabía nada de ellos desde que partieron hace más de 10 años a los Estados Unidos para trabajar, y el lugar al que con toda seguridad llegarían sería la terminal de autobuses de Puebla.
Ahí se instaló en la banca que convertiría en su hogar, durmiendo prácticamente a la intemperie, comiendo lo que las empleadas y viajeros le regalaban, revisando diariamente cientos de rostros para identificar entre alguno de ellos el de sus hijos, que acaso apenas los recordaba.
En alguna ocasión, uno de los guardias de seguridad de la Capu intentó desalojarla. Con total descuido e imprudencia, el agente intentó retirarla a empujones, consiguiendo que ella azotara, causándole problemas físicos como incontinencia urinaria, que tampoco fue atendida por no contar con algún servicio médico.
Víctor Manuel, María Guadalupe y Alva Rivas Mundo son los nombres de su hijo e hijas a quienes la anciana esperó con tanto anhelo, rechazando la oferta de particulares y asociaciones para llevarla a vivir a un albergue y casas de asistencia. Sólo quería volver a verlos y estar con ellos.
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El cuerpo de “Marychuy”, como le decían con afecto las empleadas de la Capu con quienes forjó amistad, fue trasladado a la morgue del Servicio Médico Forense de la Fiscalía General del estado de Puebla.
Hasta el momento no ha sido reclamado por nadie y, de continuar así, en 2 días más será enviado a la fosa común.
Así el triste final de una madre poblana que, abandonada y empobrecida, sólo quiso volver a ver a sus hijos.
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