Don Luis, una de cientos de historias de personas en situación de calle en Monterrey
Don Luis es uno de los cientos, a lo mejor miles, de mujeres y hombres que se hallan en la llamada situación de calle en el área metropolitana de Monterrey
Nuevo León.- Quizás ya usted lo ha visto, quizás no lo recuerde, quizás la mente le juegue uno de esos trucos cotidianos de ver algo cómo parte del entorno diario sin prestarle atención.
Pero ahí esta y es real: Don Luis, un hombre de 70 o más años sentado día a día, noche a noche y cada amanecer en el mismo lugar de la calle Padre Mier casi esquina con Mariano Matamoros, en el centro mismo de Monterrey, ya forma parte de lo cotidiano de quienes caminan o circulan en sus vehículos por este lugar.
Don Luis es uno de los cientos, a lo mejor miles, de mujeres y hombres que se hallan en la llamada situación de calle, un término políticamente correcto para cubrir lo que todos conocen como indigencia, sea por pobreza, a lo mejor por alcoholismo o locura.
Sea cual sea su situación, Don Luis, como lo conocen quienes se ganan la vida los que acomodan o cuidan automóviles a cambio de unas monedas, se sienta bajo su improvisada carpa, a escribir en una mágica libreta a la que no se le acaban las hojas y una pluma atómica a la que le sale tinta todo tiempo.
¿Qué escribe? Nadie lo sabe, ni sus cotidianos vecinos los franeleros, quienes de tanto en tanto le llevan agua y uno que otro taco "pa que coma algo", dicen.
Dicen ellos que cuando llegaron, como el Dinosaurio de Augusto Monterroso, "Él ya es estaba ahí", junto a sus inseparables libros y libretas.
"No habla. No se pelea con nadie ni con los de la librería que lo corren, pero el terco regresa a quedarse", comenta Armando, uno de los dos acomoda-carros que platicó con nosotros.
De su origen, el motivo por el que vive en la indigencia poco o nada saben, solo rumores, "que si era contador o cajero de uno de bancos o tiendas departamentales de esas que hay en el centro de la Ciudad, o bien salió de su cara para ya no regresar jamás".
"Solo cuando llueve es cuando se va a otro lugar más seco, quizás la marquesina de una tienda o un banco, pero nunca sale del primer cuadro de la ciudad".
Nada más sale el sol, y aunque haga frío extremo como el que de manera frecuente azota a la Sultana del Norte, es cuando Don Luis emprende la búsqueda de otros lugares más agradables para vivir.
Ahí, con pandemia o no, haya repunte de casos de Covid 19 y sus consecuentes, a Don Luis solo tiene ojos y tiempo, y su espacio de libertad, su castillo y su refugio bajo una lona gris, no necesitando de otros para sobrevivir.