El impacto de Trump, más allá de Monterrey y la frontera
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos enciende alertas para México.
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Con Donald Trump nuevamente en la Casa Blanca tras su victoria en las elecciones de 2024, las alarmas en México están encendidas. Durante su administración pasada, Trump colocó a México en el centro de su narrativa política, con temas como el muro fronterizo, los aranceles unilaterales y la presión migratoria. Su retórica afectó la percepción internacional de la relación bilateral y tuvo un impacto concreto en la economía y la política interna.
Ahora, con una segunda administración de Trump en marcha, es imperativo reflexionar sobre qué está en juego para México y, particularmente, para ciudades como Monterrey, clave en la relación comercial entre ambas naciones.
Bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la región de Norteamérica consolidó su interdependencia económica. Sin embargo, Trump ha demostrado su disposición a usar aranceles como herramienta de presión, poniendo en riesgo industrias que dependen del comercio binacional. En el norte de México, y especialmente en Monterrey, los sectores manufacturero y automotriz podrían verse afectados si resurgen las tensiones comerciales.
Durante su primer mandato, Trump amenazó con aranceles del 5% a las exportaciones mexicanas si no se fortalecía el control migratorio. Esto marcó un precedente preocupante: la economía como rehén de una agenda política. Más recientemente, Trump suspendió la solicitud de visas en Colombia tras la negativa del presidente Gustavo Petro de recibir migrantes deportados, lo que refleja su estrategia de presión directa. Sin embargo, con México, la interdependencia económica y geopolítica obliga a ambos países a buscar soluciones negociadas.
Monterrey, como motor económico del país, juega un papel crucial en la exportación de bienes hacia Estados Unidos. Cambios en las reglas del comercio podrían repercutir en toda la nación. Las cadenas de suministro transfronterizas que incluyen autopartes y productos tecnológicos enfrentarían interrupciones, afectando empleos y estabilidad económica.
Además, el endurecimiento de las políticas migratorias de Trump convierte a México en un "muro de contención" para migrantes, impactando recursos locales en estados fronterizos. Aunque Trump recientemente declaró que las negociaciones con México iban "bien", su historial demuestra que estas afirmaciones suelen acompañarse de amenazas calculadas para forzar acuerdos favorables.
México debe prepararse tanto para el conflicto como para la negociación. Los liderazgos políticos, federales y estatales, deben adoptar estrategias que diversifiquen mercados y reduzcan la dependencia del vecino del norte. Fortalecer relaciones con otros aliados comerciales y promover la integración regional blindará a México ante políticas exteriores impredecibles, creando nuevas oportunidades de desarrollo.
El regreso de Trump debe ser un llamado de atención para los actores políticos y económicos de México. No es solo un desafío de política exterior; es una prueba de nuestra capacidad para adaptarnos y defender nuestros intereses. Es momento de demostrar que, aunque vecinos, podemos ser socios fuertes e independientes.
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