
Publicado el
Yago: Mi pedazo de cielo
“Llegó el momento donde el corazón late despacito entre el amor y el dolor.”
No sé cómo empezar a escribirte, Yago.
Porque sentarme a escribir es aceptar que te has ido, y todavía hay una parte de mí que se aferra a no soltarte.
Quizá nunca estemos listos para decir adiós a quien solo supo amarnos sin reservas.
Quizá por eso escribirte es tan difícil, porque cada palabra se me rompe en las manos, igual que se me rompe el alma al pensar que ya no te tengo aquí.
Fui inmensamente afortunada de ser tu compañera en esta vida.
De ser quien recibió tu mirada confiada, tu cariño inagotable, tu alegría silenciosa.
Eras más que un perro:eras un latido de amor hecho vida.
Mi perrhijo, mi pedazo de cielo en la tierra.
Mi hogar.
Desde aquel 4 de enero de 2009 en que llegaste a este mundo, fuiste una bendición para todos los que te conocieron.
Quienes te miraban sabían que eras especial, y quienes te amaban sabían que eras un regalo.
Tu vida estuvo llena de amor: nunca conociste el abandono, ni la indiferencia, ni la soledad.
Siempre hubo un corazón latiendo cerca del tuyo, asegurándote que eras querido, protegido, indispensable.
Cuando te perdí; aquella vez, por un instante, moví cielo y tierra para encontrarte.
No porque fueras una posesión, sino porque eras una parte de mí.
Recuperarte fue recuperar la esperanza.
Perderte ahora es como volver a extraviarme, pero sé que tu amor será el faro que me guíe.
Tu vida fue larga y plena, más de 16 años de aventuras, de cuidados, de mimos, de silencios compartidos.
Cada beso que te di, especialmente este último año, fue un intento torpe de detener el tiempo, de decirte cuánto te amaba sin necesitar palabras.
Aunque suene extraño, anoche te sentí.
Al pie de la cama, entre mis pies, caminando.
No fue un sueño: abrí los ojos y el movimiento seguía allí, como si tu presencia siguiera abrazándome en lo invisible.
Nuestra conexión fue inmensa, profunda, única. Solo quienes fueron testigos de ella podrán comprenderlo.
Anoche me visitaste, y sé que seguirás haciéndolo, porque estamos unidos más allá del tiempo, del espacio, de esta vida. Nuestra conexión sigue viva. Estamos unidos para siempre.
Hoy me toca dejarte ir, aunque mi corazón se resista.
Hoy me toca agradecerte por cada amanecer a tu lado, por cada noche en que tu respiración tranquila me recordaba que todo estaba bien.
Te honraré cada día de mi vida, Yago.
Seguirás vivo en mis pasos, en mi voz, en cada gesto de ternura que le regale al mundo en tu nombre.
Gracias por elegirme, pequeño mío.
Gracias por enseñarme que el amor verdadero no necesita promesas, solo presencia.
Gracias por ser hogar, alegría, refugio.
Gracias por existir.
Te amo más allá de esta vida.
Te llevo en mí, en todo lo que soy, en todo lo que seré.
Te llevaré siempre.
Hasta que nos volvamos a encontrar, amor mío.
Para más información:
X e Instagram: @claravillarreal