Acapulco vuelve a la vida: caos vial y filas interminables tras el desastre
Después de la tormenta provocada por ‘John’, Acapulco trata de retomar su actividad. Calles inundadas, congestiones vehiculares y escasez de víveres en tiendas evidencian los efectos del desastre.
ACAPULCO, Guerrero.- El puerto de Acapulco intenta lentamente recobrar su ritmo habitual después de sufrir cinco días de lluvias intensas a causa del ciclón ‘John’. Aunque el clima ha mejorado, la ciudad todavía vive las secuelas de un verdadero caos. Grandes tramos de las avenidas principales siguen anegados, lo que genera un tráfico denso en las zonas turísticas y residenciales, donde se observan largas filas de personas buscando víveres.
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En la franja turística, los supermercados han visto cómo sus estantes de alimentos se vaciaron por completo debido a la fuerte demanda. Las tiendas departamentales no se quedan atrás, con filas que se extienden por cuadras enteras, mientras los habitantes luchan por acceder a productos de primera necesidad. Esta situación ha desatado una atmósfera de urgencia en las calles de Acapulco, con residentes y turistas buscando abastecerse antes de que se acaben las existencias.
Las dificultades ciudadanas tras el paso del fenómeno
La crisis de combustible se ha vuelto una constante en Acapulco, donde largas filas de automóviles inundan las gasolineras. La falta de suministro, consecuencia directa de las complicaciones climáticas y la interrupción en el abastecimiento, ha dejado a los habitantes esperando durante horas para cargar gasolina. Esta situación crítica ha provocado que el tránsito en la ciudad sea aún más caótico de lo habitual, dificultando los desplazamientos en medio de la emergencia.
En otro punto crítico, la carretera Cayaco-Puerto Marqués ha sido gravemente afectada por las lluvias, con un sentido completamente inundado. El agua que baja desde las áreas montañosas ha reducido la circulación a un solo carril, creando un cuello de botella. Para empeorar la situación, el ganado, incluyendo vacas y becerros, también busca refugio en las vías, complicando aún más el paso de los vehículos y ralentizando el flujo del tránsito en ambas direcciones.
Además, las rutas alternas como la famosa avenida Escénica, que ofrece vistas panorámicas del puerto, han sido cerradas por las autoridades debido a las peligrosas condiciones del terreno. Esta medida ha complicado aún más la movilidad, obligando a los residentes a buscar caminos secundarios para moverse por las zonas afectadas de la ciudad, en un intento de reanudar la vida cotidiana.
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El Macrotúnel, una de las principales arterias de comunicación en la ciudad, se ha convertido en un punto de congestión severo. Los automovilistas, ansiosos por llegar a las zonas de Puerto Marqués y la unidad habitacional Coloso, se ven atrapados en un embotellamiento que parece no tener fin. Mientras los conductores intentan avanzar entre el caos, el objetivo principal es asegurarse de que sus familiares estén a salvo, pero el lento tránsito convierte la espera en una verdadera prueba de paciencia.
A pesar del difícil escenario, los habitantes de Acapulco no pierden la esperanza. Poco a poco, las actividades comienzan a reactivarse, y aunque aún quedan muchos retos por superar, el puerto se esfuerza por volver a la normalidad.
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Las autoridades locales han prometido acelerar los trabajos de limpieza y recuperación, pero la magnitud del desastre sigue presente en cada rincón de la ciudad. La reconstrucción será lenta, pero Acapulco, como en tantas otras ocasiones, se levanta frente a la adversidad.
