Lo mejor de la información de México y el mundo
Facebook POSTAX POSTAInstagram POSTAYoutube POSTATikTok POSTA
Hugo Ontiveros
La esfera política
Por: Hugo Ontiveros

Publicado el

¿Aceptarías las disculpas de Lady Racista?

Hace unos días se viralizó un caso que, más allá de lo anecdótico, refleja con crudeza algunos de los desafíos más profundos que enfrentamos como sociedad...

Hace unos días se viralizó un caso que, más allá de lo anecdótico, refleja con crudeza algunos de los desafíos más profundos que enfrentamos como sociedad: el respeto, la equidad, y los límites de las políticas de género.

Una mujer argentina, residente en la Ciudad de México, fue grabada mientras insultaba de forma racista a un agente de tránsito que intentaba cumplir con su deber al aplicarle una infracción. Su actitud fue no solo grosera y prepotente, sino abiertamente racista y xenofóbica. El video circuló como pólvora en redes sociales y pronto se le bautizó como “Lady Racista”.

Pero más allá del linchamiento digital que ya todos conocemos, el caso abre un debate necesario: ¿qué pasaría si la situación hubiera sido al revés? ¿Si un hombre, hubiera insultado a una mujer? Probablemente estaríamos hablando de violencia de género, de discurso de odio, de machismo.

Y con razón. Pero entonces, ¿por qué no levantamos la voz con la misma fuerza cuando la víctima es un hombre, cuando el abuso viene de una mujer o cuando el racismo no encaja en el molde tradicional?

Ahí está el reto. Hemos luchado —y debemos seguir luchando— por una sociedad con justicia de género, con mecanismos para proteger a quienes han estado históricamente en desventaja. Pero también es cierto que, en ocasiones, esas políticas se desvirtúan, se convierten en escudos de impunidad o en trampas discursivas que invisibilizan otras formas de violencia.

El respeto, como derecho universal, no debería tener género, ni nacionalidad, ni estrato social. El respeto debería ser el punto de partida, no el premio al final del camino.

Es preocupante que esta mujer, en lugar de asumir su falta con humildad, haya recurrido a la superioridad moral para justificarse. Que haya utilizado su acento extranjero para despreciar al país que la acoge.

Que haya creído que por ser mujer o por no ser mexicana podía pasar por encima de la ley y de una autoridad. Y es aquí donde la justicia debe ser clara: no puede haber lugar para la discriminación, venga de quien venga.

El maltrato a las autoridades —tan normalizado en nuestra vida diaria— debería también tener consecuencias más firmes. No se trata de convertir a los policías en figuras intocables, sino de recuperar la idea de que todos los trabajos merecen dignidad, y que quien representa a una institución merece ser tratado con respeto.

Este caso nos debería dejar una gran lección: no todo acto condenable tiene que pasar por el filtro del género. A veces, simplemente se trata de ser decentes, de tener sentido común y de entender que la libertad de uno termina donde empieza la dignidad del otro.

#LadyRacista podrá ofrecer todas las disculpas del mundo, pero lo que realmente necesitamos es que este tipo de episodios dejen de ser parte de nuestra cotidianidad.

Que no se nos olvide: ni las mujeres deben soportar el machismo, ni los hombres deben normalizar el desprecio. La lucha es por la igualdad, no por la superioridad. Y la dignidad no se negocia.


Síguenos en Google News
Noticias Relacionadas